La mayor diferencia entre las cartas TCG y la mayoría de los NFT pasados es:
que no son activos creados para la especulación.
La fuente de valor de las cartas TCG no se basa en las tendencias del mercado de cripto, narrativas, o movimientos de capital a corto plazo.
Incluso si todo el mercado de criptomonedas entra en un mercado bajista, la demanda por cartas TCG con una base sólida de jugadores sigue existiendo.
La razón es simple: las personas que coleccionan TCG no lo hacen por "ganancias a corto plazo".
A ellos les importa: la rareza de las cartas, las versiones, su posición histórica y el valor cultural acumulado con el tiempo.
Y precisamente por eso, en el mundo TCG suele ocurrir un fenómeno: las cartas antiguas siempre valen más que las nuevas.
El tiempo no es un riesgo, sino un filtro. Cuanto más tiempo se mantiene, menos circulan, la historia se vuelve más completa y su valor se magnifica.
Esto es completamente diferente del modelo pasado de muchos NFT, que dependían de narrativas, popularidad y ráfagas de capital; cuando la narrativa se rompe o la liquidez desaparece, su valor cae a cero.
Las cartas TCG no sobreviven gracias al ánimo del mercado, sino por la combinación de “jugadores × coleccionistas × tiempo”, que gradualmente construyen su posición.
Y también, gracias a la disposición de los coleccionistas a mantenerlas a largo plazo, cuando una carta entra en el sistema de coleccionismo, su liquidez naturalmente disminuye, el capital deja de entrar y salir con frecuencia, y en cambio, se bloquea en la estructura de valor con el tiempo.
Por eso, cuando las narrativas de los NFT cambian rápidamente y el capital entra y sale rápidamente, las cartas TCG pueden seguir acumulando fondos entre Web2 y Web3, y construir un valor real a largo plazo.
Sin embargo, respecto a las IP nativas del mundo cripto, o los llamados proyectos “blue chip” que intentan desarrollar TCG, tengo una opinión contraria.
La mayoría de los NFT blue chip, incluso si cambian a formato TCG, probablemente terminarán en la misma situación de valor cero.
La razón no está en si la forma de la carta es correcta, sino en que estos proyectos no existen para construir una comunidad de jugadores desde el principio, sino para servir a las narrativas del mercado y la liquidez.
Cuando las narrativas se desaceleran y el capital se retira, estas IP carecen de cultura de colección real, de historia profunda y de jugadores a largo plazo; las TCG solo serán un envoltorio para prolongar la narrativa, no una fuente de valor.
En otras palabras, las TCG sin una base de jugadores son simplemente otro NFT.
Por eso, para estos proyectos que se promocionan como “transición de blue chip”, mi conclusión es muy simple: no inviertan ni las mantengan a largo plazo.
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La mayor diferencia entre las cartas TCG y la mayoría de los NFT pasados es:
que no son activos creados para la especulación.
La fuente de valor de las cartas TCG no se basa en las tendencias del mercado de cripto, narrativas, o movimientos de capital a corto plazo.
Incluso si todo el mercado de criptomonedas entra en un mercado bajista, la demanda por cartas TCG con una base sólida de jugadores sigue existiendo.
La razón es simple: las personas que coleccionan TCG no lo hacen por "ganancias a corto plazo".
A ellos les importa:
la rareza de las cartas, las versiones, su posición histórica y el valor cultural acumulado con el tiempo.
Y precisamente por eso, en el mundo TCG suele ocurrir un fenómeno:
las cartas antiguas siempre valen más que las nuevas.
El tiempo no es un riesgo, sino un filtro.
Cuanto más tiempo se mantiene, menos circulan, la historia se vuelve más completa y su valor se magnifica.
Esto es completamente diferente del modelo pasado de muchos NFT, que dependían de narrativas, popularidad y ráfagas de capital; cuando la narrativa se rompe o la liquidez desaparece, su valor cae a cero.
Las cartas TCG no sobreviven gracias al ánimo del mercado, sino por la combinación de “jugadores × coleccionistas × tiempo”, que gradualmente construyen su posición.
Y también, gracias a la disposición de los coleccionistas a mantenerlas a largo plazo, cuando una carta entra en el sistema de coleccionismo, su liquidez naturalmente disminuye, el capital deja de entrar y salir con frecuencia, y en cambio, se bloquea en la estructura de valor con el tiempo.
Por eso, cuando las narrativas de los NFT cambian rápidamente y el capital entra y sale rápidamente, las cartas TCG pueden seguir acumulando fondos entre Web2 y Web3, y construir un valor real a largo plazo.
Sin embargo, respecto a las IP nativas del mundo cripto, o los llamados proyectos “blue chip” que intentan desarrollar TCG, tengo una opinión contraria.
La mayoría de los NFT blue chip, incluso si cambian a formato TCG, probablemente terminarán en la misma situación de valor cero.
La razón no está en si la forma de la carta es correcta, sino en que estos proyectos no existen para construir una comunidad de jugadores desde el principio, sino para servir a las narrativas del mercado y la liquidez.
Cuando las narrativas se desaceleran y el capital se retira, estas IP carecen de cultura de colección real, de historia profunda y de jugadores a largo plazo; las TCG solo serán un envoltorio para prolongar la narrativa, no una fuente de valor.
En otras palabras, las TCG sin una base de jugadores son simplemente otro NFT.
Por eso, para estos proyectos que se promocionan como “transición de blue chip”, mi conclusión es muy simple: no inviertan ni las mantengan a largo plazo.