La presión aumenta para que haya consecuencias reales en casos de fraude en criptomonedas. Si alguien roba $10 millones por medios convencionales, enfrenta una pena de prisión seria, ¿por qué los esquemas de activos digitales deberían ser tratados de manera diferente? Es una pregunta justa que está ganando tracción entre los defensores de la aplicación de la ley. El argumento es sencillo: el fraude es fraude, ya sea que ocurra en la cadena o fuera de ella. Sin una responsabilidad penal consistente, los actores malintencionados tienen poco incentivo para pensar dos veces. El sentimiento es claro: es hora de que los reguladores y fiscales dejen de tratar estos casos con guantes de seda y comiencen a aplicar los mismos estándares que en cualquier otra parte del sistema financiero. Cuando las consecuencias corresponden al delito, la disuasión realmente funciona.
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wrekt_but_learning
· hace11h
Tienes razón, las finanzas tradicionales matan y pagan con la vida, ¿el mundo cripto debería tener indulto? La doble moral es absurda, ya debería haberse tomado medidas estrictas.
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LightningClicker
· hace11h
Ya era hora, los estafadores de las finanzas tradicionales deberían ser condenados, ¿cómo es que las ratas en el mundo de las criptomonedas todavía pueden seguir impunes?
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MissedAirdropAgain
· hace11h
Ya era hora de que esto fuera así, ¿los fraudes en las finanzas tradicionales pueden ser castigados con la pena de muerte, pero los estafadores en la cadena permanecen impunes? ¿Por qué esta lógica está tan retorcida?
La presión aumenta para que haya consecuencias reales en casos de fraude en criptomonedas. Si alguien roba $10 millones por medios convencionales, enfrenta una pena de prisión seria, ¿por qué los esquemas de activos digitales deberían ser tratados de manera diferente? Es una pregunta justa que está ganando tracción entre los defensores de la aplicación de la ley. El argumento es sencillo: el fraude es fraude, ya sea que ocurra en la cadena o fuera de ella. Sin una responsabilidad penal consistente, los actores malintencionados tienen poco incentivo para pensar dos veces. El sentimiento es claro: es hora de que los reguladores y fiscales dejen de tratar estos casos con guantes de seda y comiencen a aplicar los mismos estándares que en cualquier otra parte del sistema financiero. Cuando las consecuencias corresponden al delito, la disuasión realmente funciona.